lunes, 5 de mayo de 2008

José Antonio Zambrano

Fuente del Maestre, 1946

José Antonio Zambrano

José Antonio Zambrano lleva a sus libros su experiencia íntima y humana. Para él, la escritura es una necesidad, la poesía surge de la contemplación y lleva al conocimiento del mundo. Para Zambrano la poesía es conocimiento, que es vivencia de lo humano e indagación sobre la palabra.

La poesía de Zambrano ha evolucionado desde las composiciones al modo de la poesía tradicional, con ecos de sus lecturas, hasta una poesía personal, que no renuncia a las referencias literarias, pero que ha sabido levantarse por encima de ellas, tratando siempre de superar la expresión y buscando obsesivamente la palabra exacta. Sus últimos libros están entre los más interesantes del panorama extremeño.

El amor, la vida, el hombre, la poesía, el recuerdo y el tiempo son los temas de la poesía de Zambrano. Tratados a medida que pasa el tiempo con más complejidad, hondura y sabiduría, la poesía de Zambrano es una reflexión sobre la vida y la preocupación esencial del poeta es el acto mismo de la creación del poema, el continuo ir y venir de la palabra, la infatigable búsqueda de la palabra exacta para expresar el mundo interior y exterior de un poeta que canta sobre todo al paso del tiempo y al amor.

Aunque su obra se inicia en los años 70, el poeta se desentiende de sus primeras composiciones, las desecha y no las reconoce. Sólo desde el libro que publica en 1980, Canciones y otros recuerdos, reconoce su voz. El libro consta de soleás, canciones y “recuerdos”. Se inicia el libro con quince soleás, que enlazan con la poesía tradicional, breve, esquemática, sentimental y juguetona. El arte flamenco, la sencillez y la repetición encierran los temas más importantes: mujer, poesía y lirismo. Ya aparece el asunto del recuerdo y la intertextualidad, que estructura algunos poemas con versos de Blas de Otero, Miguel Hernández, Lorca, la lírica tradicional... Es una vuelta al neopopularismo influido por las lecturas del poeta y por el prestigio de Lorca y Aberti en una época histórica de España llena de ilusión por la llegada de la democracia.

Portada de libroEl segundo libro, Sonetos, ahonda en la reflexión sobre la lírica con abundantes referencias clásicas; Góngora y Quevedo se convierten en los maestros. La experiencia humana y vital del poeta le sugieren no pocos poemas, como el de la contraportada del libro, que es un regalo a su hijo recién nacido. A su hijo está dedicado por completo Poemas de la espera y el canto, como continuación de Sonetos.

El libro de las murmuraciones, que se publicó antes que Poemas de la espera, supone una nueva concepción poética. El poema que abre el libro, Por esto es un proemio de la nueva poesía. Jesús Delgado Valhondo dice que es “una poesía escueta, demasiado pulida, culta y elegante”. La poesía, el hombre y el amor siguen siendo los temas, pero Zambrano renueva el léxico poético, intenta encontrar un nuevo ritmo, que sea propio, original, suyo. Esta nueva forma de hacer poesía consiste en el uso de la palabra que no designa, que dice, que figura o representa; aparecen elementos que también aparecían en César Vallejo: elipsis, neologismos, adjetivos insólitos, la estructura sustantivo + de + sustantivo, formando muchas veces metáforas: saldrá el abismo de mirada y rosa.

Pavana para una voz y musas, es un poemario que busca la expresión no usada y hermética en ocasiones. El primer poema, también programático, nos define su poesía: es juego, pasión, medición, y sarcasmo. Alguna influencia ha tenido sobre él su amigo José Antonio Ramírez Lozano, de quien toma el aire travieso, el léxico arcaizante, el verso sangrado, el tema frívolo.


Portada de libro

Coplas de la bella Edinda es la primera obra desnuda de Zambrano, ha eliminado las referencias literarias, excepto en el título, que recuerda ciertas coplas de origen popular, pero el contenido del libro dista mucho del tono y la forma de dichas composiciones populares. Estos poemas de Edinda, son un acercamiento al tema amoroso.

El rostro conocido toma el título de un verso final de un poema. Amplía las referencias poéticas a Octavio Paz, Ángel González y Rainer M. Rilke. El libro es un camino hacia lo alto, hacia la montaña, hacia la dificultad que es escribir, subir para mirar, para contemplar. Los temas se elevan también a lo universal, a lo telúrico y a lo histórico, pero sin referencias concretas. Zambrano, seguro de su voz, compone un libro unitario, vuelve al tema del amor, que aquí lucha contra la oscuridad y las tinieblas, respira ese amor un cierto panteísmo, con el deseo de fusión con la naturaleza. Claudio Rodríguez y Aleixandre han dejado su huella en el poeta.

La noche de los lirios es el libro del amor y del verano. Los lemas elegidos al principio de cada sección son reveladores: Cernuda, Bonald, Yeats, Luis Rosales, Félix Grande y Hikmet, la intertextualidad y el homenaje abierto son elementos de este libro. La elipsis el poema cerrado y concentrado ya es costumbre de Zambrano.

Como una presunción y Diario de los sitios suponen una revisión de su poesía anterior, el primero, y una reflexión sobre la escritura, nocturna y solitaria el segundo.

La mitad del sueño es uno de sus mejores libros; la poesía recupera claridad y la expresión brillantez. Es el libro del número dos, la dualidad de la realidad, la doble cara, incluso del poeta, de ahí la mitad del tiempo, la que el poeta presenta, frente a la que no expresa. Por otra parte, de un poeta que escribe lo que vive, supone dudar de la poesía, de la palabra, y poner de manifiesto que sólo nos regala la mitad de él, la otra mitad de la realidad se oculta. Es una reflexión sobre la vida, el amor y la poesía del poeta, sus temas preferidos. Pero la hondura de estos versos y su profunda humanidad ha crecido con respecto a los anteriores. Zambrano se aleja de las elipsis, de la sintaxis rota de sus anteriores libros, en un intento de comunicación más sincera.

En Después de la noche da una vuelta de tuerca a los mismos temas: la creación, la grandeza inútil de la palabra en el amor. Tres preocupaciones que constituyen las tres partes del poemario: mirada, lugar y celebración. El simbolismo nocturno es la base del libro que gira en torno a la creación. El poeta, volviéndose hacia sí mismo, expresa la dificultad y el esfuerzo que supone la contemplación, de ahí las palabras blanco, desierto, silencio... que han de ser llenados, ocupados por el poeta. También el amor ocupa un lugar destacado en este libro, como punto de partida y punto de llegada, es entrega y salvación

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